La victoria del No en el plebiscito ha dejado una gran incertidumbre entre los colombianos, a pesar de la escasa diferencia frente a quienes apoyaron los acuerdos, plantea un escenario inesperado.
El acuerdo final de paz no fue aceptado por los colombianos y en consecuencia el presidente debe admitir que el país no está de acuerdo con lo pactado con las Farc.
La pregunta obvia es: ¿se pueden renegociar el acuerdo de paz firmado el pasado 26 de septiembre?.
Con este nuevo escenario,las especulaciones advierten que se tendría que volver a conformar el equipo negociador del Gobierno, dándoles participación a los voceros del No.
La pregunta aquí es si el presidente Santos está dispuesto a darle cabida al expresidente Álvaro Uribe en la renegociación, o preferirá dar un paso al costado, al menos en la negociación de paz.
Al ver esta gran incertidumbre en la que está el pueblo colombiano, la única salida que se ve en el horizonte es el camino a la constituyente, es decir, convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, con participación de todos los sectores sociales, como desde un principio lo pidió la guerrilla y el mismo uribismo.
Al ver esta gran incertidumbre en la que está el pueblo colombiano, la única salida que se ve en el horizonte es el camino a la constituyente, es decir, convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, con participación de todos los sectores sociales, como desde un principio lo pidió la guerrilla y el mismo uribismo.
Lo complicado es que hay temas que están andando como la dejación de armas o la entrega de menores de edad, que quedarían en suspenso. “Ahora corresponde volverse a sentar a negociar y volver a barajar las opciones. esto no significa volver a negociar todos los puntos que ya están en el papel.
De otro lado, la decisión de los colombianos de no acompañar los acuerdos de paz propone un hondo impacto en el acompañamiento que había recibido la mesa de diálogos por parte de las naciones del mundo. La misión de verificación de los acuerdos que coordinaba la ONU ha quedado congelada, o por lo menos perdió el piso político para adelantar el mandato asignado. Y por tanto, la financiación de los planes para implementar el posconflicto también quedan en suspenso.
Lo cierto es que en esta situación, todo lo acordado en La Habana queda sin efecto jurídico. El trámite especial de los proyectos de ley y reformas constitucionales queda en pausa porque estaba sujeto a la aprobación popular. De todos modos, como lo deja entrever la primera declaración de las Farc, todo va a depender de las decisiones que tome el presidente Santos. Si se mantiene el cese al fuego bilateral, al menos no renacerá la guerra, y unos y otros, con los del No incluidos, tendrán la última palabra para recobrar el camino hacia la paz.