Uribe busca mediante firmas evitar la posibilidad histórica de un campo sin guerrillas. No es justo que engañen a la gente por conseguir una firma
¡Llegó la hora de la resistencia civil! Decenas de señores y señoras divinamente ahora están apostados en calles, esquinas y centros comerciales de las principales ciudades del país recogiendo firmas para demostrar el rechazo de los colombianos ante los acuerdos que se han alcanzado con las Farc en La Habana.
Lo curioso es que algunos de los encargados de conseguir las firmas terminan acudiendo a argumentos poco honestos para convencer a los peatones sobre la urgencia de que estampen sus rúbricas en los formatos de la resistencia civil:
“Señor, somos del movimiento No +, necesitamos su firma, ayúdenos a evitar que Maduro se tome a Colombia”, dicen unos.
“Estamos recogiendo firmas para evitar que las Farc se tomen el Gobierno de Colombia, ¿desea apoyarnos?”, afirman otros.
¡Cuánta creatividad! Hasta donde yo entiendo y he leído, con lo acordado en La Habana, ni Maduro va a llegar a la Casa de Nariño en forma de presidente de Colombia escapando de la espantosa crisis en que ha sumido a su país, ni tampoco las Farc (léanse: ‘Timochenko’, ‘Iván Márquez’ y compañía) quedarán convertidas ipso facto en los nuevos gobernantes del país.
Uno entiende el odio y resentimiento no gratuito que muchos colombianos puedan sentir hacia las FARC y contra todo actor en armas que haya derramado sangre en este país, pero los interlocutores como el expresidente Uribe, son los menos indicados para agitar y convocar a los colombianos a la ‘Resistencia Civil’ como él llama a su acto de recolección de firmas para evitar que la verdad salga a la luz.
Un expresidente que tiene casi 300 expedientes abiertos en su contra por creación y vínculos con grupos paramilitares, falsos positivos, corrupción, robo al erario a través de Agro Ingreso Seguro, familiares presos y huyendo por narcotráfico de igual manera que sus más cercanos colaboradores durante sus ocho años de gobierno, es el menos indicado para convocar a firmar en contra de la dejación de armas con el supuesto argumento de que no quiere que en el país haya impunidad.
Un expresidente que durante sus ocho años de gobierno cuenta en sus espaldas más de 4 mil ejecuciones extrajudiciales (falsos positivos) y más de 6 millones de campesinos desplazados internamente que perdieron vida y tierras, es el menos indicado para convocar a firmar en contra de la dejación de armas porque no quiere que en Colombia haya inseguridad. Mientras en su Gobierno blindaba carreteras para que los ricos pudieran desplazarse en sus camionetas hasta sus haciendas, al mismo tiempo sus aliados paramilitares despojaban a campesinos e indígenas de sus tierras para luego legalizarlas con testaferros.
Y no es Santos el que quiere hacerle un favor a la guerrilla de desmovilizarla como sí lo hizo Uribe con los paramilitares. Santos no tiene ningún interés de legalizar la situación jurídica de los guerrilleros de las FARC, nunca lo ha tenido ni lo tendrá. El Gobierno está sentado en La Habana por mandato popular, ese mandato que se le dio en las urnas apoyando su reelección con el compromiso de buscarle una salida negociada al conflicto en Colombia.
Mientras Uribe arrancó una recolección de firmas para darle motivos a las FARC para seguir en armas al no ver garantías, el presidente Santos tiene su Fuerza Pública en El Cauca reprimiendo y asesinando a indígenas y campesinos, tiene a las locomotoras mineras matando de hambre y sed a los niños indígenas de La Guajira, está reprimiendo la protesta agraria y estudiantil con un solo propósito, ahondar en el conflicto colombiano para encontrar un motivo para levantarse de la mesa, porque él y Uribe son parte de esas 10 familias que han vivido de la guerra en Colombia.
Nos corresponde a nosotros como colombianos levantarnos, protestar y rechazar la propuesta de ‘Resistencia Civil’ y recolección de firmas incentivada por Uribe Vélez tal vez financiada por el mismo Gobierno Nacional, y obligar a Santos a cesar hostilidades contra los pobres de este país y cumplir con su palabra de desmovilizar a las FARC para que en Colombia hayan menos delincuentes armados. Sería un importante paso para construir paz y democracia.