Con más 2.000 uniformados sancionados, destituidos y arrestados, la Policía Nacional viene adelantando la purga más grande en las últimas décadas para sacar las manzanas podridas de esa institución.
Cuando el general Jorge Hernando Nieto asumió el cargo de director de la Policía Nacional el 20 de febrero, esa institución estaba en medio de una de las crisis más grandes de su historia reciente. El alto oficial heredó, entre otros incendios, pugnas internas, escándalos mediáticos y casos de corrupción que amenazaban con devorar una fuerza con más de 180.000 hombres.
“No voy a minimizar los problemas, ni a ocultarlos. Con el apoyo del cuerpo de generales y con el valeroso trabajo de cada uno de los 181.920 policías de la patria, los voy a enfrentar hasta entregar una Policía más humana, más íntegra, más disciplinada, más innovadora y más efectiva, todo con un fin único, ser más cercana al ciudadano.
La opinión recibió con beneplácito las palabras de Nieto. Especialmente, porque decidió tomar el toro por los cuernos y, como algo poco común, comenzó por aceptar que había serios problemas de corrupción. Aunque ese reconocimiento era significativo muchos pensaron que no pasaría de un anuncio cargado de buenas intenciones.
Sin embargo, fiel a su estilo y personalidad, que lo hacen discreto pero muy efectivo, casi de inmediato comenzó una purga para limpiar la Policía y sacar ‘las manzanas podridas’. Con menos de tres meses, hoy las cifras y los hechos demuestran que con determinación esa fuerza está en capacidad de depurarse.
Limpiando la casa
El miércoles de la semana pasada, Nieto firmó la desvinculación de la Policía de 141 integrantes, entre oficiales, suboficiales y miembros del nivel ejecutivo. El 10 de mayo se celebrará la segunda cumbre de los 28 generales de esa institución, en donde la depuración será el tema principal, y quedará lista la salida de cerca de otros 600 miembros.
Otros 1.000 también saldrán en las próximas semanas. A estas cifras se suman otras determinaciones tomadas silenciosamente en los últimos meses, en las cuales han salido 89 oficiales, 13 suboficiales y 1.078 del nivel ejecutivo. La gama de delitos es bastante amplia. Hace dos meses en una operación contra las bandas de microtráfico que actuaban en el centro de Bogotá, resultó que de las 31 personas capturadas que integraban la organización, 15 eran policías activos.
A mediados de marzo pasado, la Policía desvertebró una red de 26 personas dedicadas a vender estupefacientes en Cali y 11 uniformados que hacían parte de la banda fueron detenidos.
Ese mismo mes fueron arrestados en Antioquia tres policías de carreteras sindicados de hacer parte de una red, junto a otras 13 personas, que trabajaban en minería ilegal para la banda criminal de los Úsuga y la Oficina de Envigado. Hace un mes, en la segunda semana de abril, cayeron 18 personas que hacían parte de un grupo de contrabandistas de gasolina, de los cuales ocho eran integrantes de la Policía Fiscal y Aduanera.
Ese mismo mes fueron arrestados en Antioquia tres policías de carreteras sindicados de hacer parte de una red, junto a otras 13 personas, que trabajaban en minería ilegal para la banda criminal de los Úsuga y la Oficina de Envigado. Hace un mes, en la segunda semana de abril, cayeron 18 personas que hacían parte de un grupo de contrabandistas de gasolina, de los cuales ocho eran integrantes de la Policía Fiscal y Aduanera.
Estas son tan solo algunas de las operaciones de contrainteligencia y de los bloques de búsqueda que han capturado en los últimos tres meses 248 policías, de los cuales 41 ya fueron condenados. Entre 2014 y 2015 ya habían salido destituidos otros 3.500 uniformados, y de ellos la Dijín y la Fiscalía arrestaron a 1.600 por formar parte de bandas criminales o estar involucrados directamente en delitos.
En febrero pasado, la Corte Constitucional emitió un concepto que por ahora se ha convertido en una útil herramienta en el camino de la depuración. El alto tribunal dio claridad y vía libre a la Policía y las Fuerzas Militares para acudir a la facultad discrecional, lo que permite de una manera más rápida sacar de las filas a quienes por acción u omisión se han alejado de su deber. Esta ha sido una de las armas más eficaces que Nieto ha aplicado. La medida, sin duda, es controversial, pues cuando ocurren estas purgas algunos pocos inocentes terminan pagando por los pecados de muchos culpables. También es previsible, como ya ha ocurrido, que la depuración vendrá acompañada nuevamente de lluvias de anónimos de los inconformes. Por ahora, lo cierto del caso es que la decisión de limpiar la Policía ya está en marcha y no tiene reversa.