Uribe engaño y robo al pueblo colombiano con el cuento de la guerra y santos esta engañando y robando con el cuento de la paz.
Santos ha comprendido que terminar la guerra por las vías del diálogo era lo más conveniente para su clase ya que la idea principal es seguir aplicando las políticas neoliberales con más ahínco bajo el eufemismo de la “inversión extranjera”, en lugares donde no podían llegar dadas las condiciones de inseguridad que para los capitales extranjeros y nacionales representaba el control territorial ejercido por las guerrillas en esas zonas, la oligarquía tradicional urbana industrial que Santos representa, ha entendido tan imponente verdad .
Recuerden ¿Quién finiquitó los desventajados y perjudiciales TLC´s con diferentes potencias extranjeras, los cuales Uribe tramitó y que Santos firmó, además de estar negociando más con otros países? ¿Quién propuso y está aplicando las denominadas “locomotoras de desarrollo” políticas salvajemente, ¿Quién aprobó el nuevo código de policía que viola muchos artículos de nuestra constitución y convierte aún más a Colombia en un estado represivo? ¿Quién prometió acabar con el reclutamiento para la guerra –a pesar de hablar continuamente de “paz” – y no ha cumplido.
Sabemos hasta la saciedad por la sustentada opinión de expertos en todas las áreas del conocimiento y la investigación, que una de las razones más grandes del conflicto interno colombiano son las abismales brechas socioeconómicas –que entre otras cosas han ubicado a Colombia como el segundo país más desigual de América Latina y uno de los más desiguales del mundo, el más violento del continente, y uno de los más atrasados del globo y estos oprobiosos lugares son el resultado principalmente de la aplicación continua y desde tiempos inmemoriales de políticas que benefician a una minoría inmensamente poderosa y al capital extranjero, pero que perjudican enormemente al grueso de la población.
Santos vislumbra la paz como el simple silencio de los fusiles de la insurgencia, Santos vislumbra la paz como el silencio resignado de las protestas sociales, Santos vislumbra la paz como si fuese un premio egoísta en una partida de póker del cual es asiduo jugador y reconocido tahúr, olvidando que los asuntos de la población NO son juegos de Poker. ¿Quién es el hijo y representante insigne de la tradicional oligarquía colombiana con alta tradición política? ¿Quién?… ¡pues Juan Manuel Santos Calderón!, el mismo que sus enemigos ahora tildan – convenientemente– de CastroChavista, comunista o como mínimo socialista, para embaucar a cuanto incauto los sigue, aprovechándose del inconmensurable analfabetismo político e histórico que los acompaña.
Esa “Paz de Santos” no le sirve al país nacional, ¿de qué sirve curar un síntoma (las FARC), si las razones de la enfermedad (guerra) continúan?, esa paz no es duradera pero no por las razones aducidas por el uribismo, sino por pretender desconocer las causas sociales del conflicto.
Esa paz si se pretende continuar con las mismas y las mismas políticas emanadas por la clase poderosa, si bien el hecho de no matarnos entre hermanos ya es el primer paso en la construcción de una verdadera paz entendida ante todo, como Justicia Social, el sólo y simple silencio de los fusiles no significa la paz real.
Santos vislumbra la paz a su medida, a su parecer, y por eso se limita a “sanar” tan sólo UNO de los síntomas de la enfermedad: las FARC (negociando con ellas) más NO ataca sus verdaderas y profundas causas: Las históricas y cada vez más marcadas brechas socioeconómicas y la campante corrupción y en sus dos periodos de gobierno Santos ha demostrado una vez más ser el campeón de los neoliberales, para nada un hombre del pueblo sino un hombre fiel a sus orígenes.
El pueblo colombiano debe ser más juicioso en el estudio de los competidores por la primera dignidad del país, la presidencia de la república, de nada nos sirve a los colombianos estar en un lado o en otro de la polarización SantismoUribismo, sí ni lo uno ni lo otro representan los intereses de las mayorías.
El pueblo debe elegir a sus verdaderos representantes y así –y sólo así– se podría garantizar el cumplimiento de lo pactado en La Habana y del inicio de la construcción de justicia social o VERDADERA PAZ en nuestro país
Pero sí por el contrario, se elige a los representantes de las mismas familias que históricamente nos han gobernado, “la paz de Santos” sólo sería la manera más eficaz que tiene la oligarquía de sacarse la piedra del zapato de las guerrillas para caminar más rápida y fácilmente a devorar nuestros exuberantes recursos naturales a través de su modelo neoliberal. Esa paz no le serviría al país, esa paz no le serviría para que Colombia deje de ser el país inviable, injusto e inequitativo que históricamente ha sido, porque el sólo silencio de los fusiles NO significa la Paz real.